—Hola, señor Quián, soy yo, An Jinhua. Lo que pasa es que el último doctor tuvo una emergencia y no pudo informarme a tiempo. Justo ha regresado hoy. ¿Está libre esta tarde? Si es así, venga. He arreglado para que él venga a tratarlo esta tarde. —dijo el Anciano An al teléfono.
—¿Esta tarde? De acuerdo, le agradezco su ayuda, Divino Doctor An. Me aseguraré de estar ahí a tiempo. —respondió el señor Quián con gratitud.
—Bien, entonces queda establecido. No lo quiero apartar de su trabajo; nos vemos esta tarde. —confirmó el Anciano An.
—De acuerdo, gracias, Anciano An. Hasta esta tarde. —finalizó el señor Quián antes de colgar.
—Es mejor no albergar demasiadas esperanzas. La última vez, la nieta del Anciano An también dijo que el llamado doctor es muy probablemente solo un estafador... —murmuró el hombre de mediana edad para sí.