Tomando la mano de Si Dong para asegurarme de que no se perdiera, le permití ver a través de mis ojos. —No reaccionan a su entorno —le expliqué antes de empujarle un recuerdo de cuando desperté en la sala médica de Bin An Sha después de ser liberada por primera vez.
Le dejé sentir el latido de mi corazón, el terror, la necesidad de encontrar un pequeño espacio o rincón donde esconderme. Sin entender que en realidad había sido liberada. Le dejé observar cómo Rip tenía que agacharse frente a mí, calmando mi agitación.
Luego le mostré imágenes de las otras mujeres en el Campamento Infierno... sus reacciones a ser prisioneras y no entender qué estaba ocurriendo. Me preguntaba si él podía saborear el miedo y la desesperación en el aire como yo podía hacerlo.
—Ni una sola vez se han comportado como una cautiva —gruñó Si Dong, su voz provocando escalofríos en mis brazos mientras me atraía hacia su abrazo.