—¿Dónde demonios estabas? —chilló una voz tan pronto como contesté mi teléfono. Lo alejé de mi oreja por un momento, tratando de detener el zumbido, pero como la mujer al otro extremo continuó con su diatriba, no había mucha esperanza de que parara.
—Tuve… problemas —dije cuando, por fin, ella se tomó un momento para respirar. Para ser una cambiante de búho, realmente podía aumentar los decibeles cuando quería.
—¿Problemas? —repitió Bernie mientras volvía a acercar el teléfono a mi oreja—. ¿Tuviste problemas?
Me detuve por un segundo... encontrar mis compañeros destinados, ser secuestrada, vendida en subasta, entrar en celo y luego tener la madre de todos los periodos contaba como 'problemas', ¿verdad?
Meh, iba a seguir con eso.
—Ya los resolví —añadí, por si acaso ella estaba preocupada por si tenía más 'problemas'.