Rachel estaba tan furiosa que sus manos temblaban. Desde que había sido falsamente acusada de robo, ya no se atrevía a participar en eventos de alta sociedad.
Ahora, todo lo que podía hacer era esperar —esperar a que la gente olvidara su escándalo, y entonces todo estaría bien.
Lo que más la enfurecía era que Leah no había dicho ni una sola palabra buena en su defensa en ese momento, ni había revelado la verdadera identidad de Connor, lo que dejó a Rachel hirviendo de ira. Habían acordado que una vez que el plan tuviera éxito, Leah le daría cincuenta mil.
Pero cuando todo se vino abajo, ¡Leah lo negó todo! Rachel estaba llena de resentimiento y cólera.
¿Pero qué podía hacer? Leah era la heredera del poderoso Grupo Carter, y Rachel era solo una estudiante universitaria común —no estaba a su altura en absoluto.
En ese momento, el teléfono de Rachel vibró.
Al ver el nombre en la pantalla, Rachel dudó por un momento, pero finalmente contestó.