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—Eric se alejó de los hinchados y rojos labios de Ella, jadeando por aire. La luz refractada de la piscina bailaba sobre su guapo y pálido rostro, ahora teñido con un rubor seductor.
—Sus ojos, nublados por el deseo, tenían un atisbo de peligroso encanto que hacía latir el corazón de Ella más rápido y agitaba su respiración.
—¡Este increíblemente guapo hombre, perdido en los arrebatos de la pasión, era sencillamente demasiado hipnotizante!
—Ella sentía que le daría un sangrado nasal. ¿Tenía que ser él tan encantador, tan atractivo? La tenía completamente hechizada.
—Aunque se sentía avergonzada por su infatuación, Ella no podía apartar su mirada.
—¡Era humillante estar tan embobada justo en frente de él!
—Viendo la expresión embelesada de Ella, Eric sintió una oleada de orgullo.
—Mordisqueó su lóbulo. —¿Qué te parece? Soy muy guapo, el más guapo del mundo, ¿verdad? Después de verme, ¿puedes aceptar a otro hombre?