Pero César se negó, en cambio, la abrazó con más fuerza. —¿Por qué me lastimas tanto? Una y otra vez lo haces y cada vez, no logro entender por qué. Un mundo sin ti nunca existió, ¿no lo entiendes? Incluso si existió, todo se ha ido, ni siquiera puedo recordar cómo era. ¿Cómo se supone que viva sin ti? ¿Por qué quieres dejarme?
—Día y noche, sólo pienso en ti, en nada más. Eso es cuánto control tienes sobre mí, eso es lo que me haces. ¿Por qué no puedes entender que incluso si me pusieras un cuchillo en el pecho, no me importaría. Así es cuánto te amo —el hombre comenzó a llorar como un niño, sus lágrimas cayendo sobre su rostro.
Los ojos de Adeline se abrieron de par en par. Ella no sabía qué hacer y sólo podía mirarlo, siendo esta la primera vez que lo veía llorar así. Era como un niño en ese momento, algo que nunca había visto en él.
—C-César, yo
— Das Ende — Schreiben Sie eine Rezension