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—Miau —el Príncipe Wayne se encontraba en la entrada como si hubiera estado esperando a Islinda todo este tiempo.
—¡Wayne! —Ella levantó al gato del suelo y lo apretó contra su pecho.
—Miau,
—Sí, yo también te extrañé, mi bebé —dijo Islinda mientras el dulce gatito se restregaba contra ella, ronroneando y relajándose.
—Miau!
—Lo sé, lo sé, no cumplí mi promesa esta vez. No volverá a pasar —Islinda se comunicó con el gato como si pudiera entender lo que decía. No, ella no podía entender el lenguaje de los gatos, pero por instinto y el lenguaje corporal del gato, quizás este era el lazo de que le habían hablado los Fae.
Llevó al Príncipe Wayne en brazos y entró, solo para tropezar con algo. Islinda frunció el ceño cuando descubrió que era su ropa de la noche anterior.