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—¿Qué hay para cenar? —preguntó Serena, sus ojos abiertos brillando de curiosidad en cuanto vio a Aiden de pie en la cocina.
—Tú —respondió él con una sonrisa traviesa. Antes de que pudiera reaccionar, Aiden cerró la distancia entre ellos en pocos rápidos pasos. Con un movimiento sin esfuerzo, la levantó en brazos y la sentó en el borde de la mesa.
Su risa sorprendida se convirtió en un leve suspiro mientras sus labios se apoderaban de los de ella en un beso que no dejaba lugar a discusión. Como él había dicho, ella era la cena esta noche. El beso era posesivo, le robaba el aliento y concentraba toda su atención en él. No pudo evitar sonreír contra sus labios, aunque su expresión fue rápidamente absorbida por la intensidad de su beso. Sus manos permanecieron a su lado, sosteniéndola en su lugar mientras él profundizaba el beso, atrayéndola más hacia su órbita.