El shock inicial de Ava comenzó a disiparse mientras leía los documentos, reemplazado por una extraña sensación de emoción cautelosa. Por primera vez en semanas, parecía haber una salida del embrollo en el que se había encontrado enredada: un plan meticulosamente elaborado para escapar de las acusaciones de malversación y evasión fiscal que habían estado pendiendo sobre ella como una guillotina. Cada detalle estaba delineado, desde cómo reestructurar las cuentas para redirigir el escrutinio hacia una filial hace tiempo olvidada.
No podía creerlo. ¿Serena, de todas las personas, había hecho esto? ¿Ella era la que la había metido en este lío y ahora le estaba dando una salida? Los labios de Ava temblaron en una sonrisa incrédula, sus dedos rozando los bordes nítidos de los papeles con excitación. Un alivio emergió dentro de ella, pero tan rápido como vino, se desplomó cuando sus ojos aterrizaron en las condiciones detalladas al final.
La primera línea la golpeó como un sopapo: