—Serena se sentía atrapada e impotente mientras observaba la televisión —, con los ojos pegados a las imágenes parpadeantes que no proporcionaban ninguna actualización real sobre Aiden. Cada segundo que pasaba sin noticias solo intensificaba la ansiedad que se acumulaba en su pecho. ¡Maldita sea! —pensó, mordiéndose el labio inferior para evitar que temblara. Esto era una tortura. Estar aquí, incapaz de correr a su lado, se sentía como un castigo cruel. Resistir las ganas de empujar a Mahi y salir corriendo de este lugar parecía una tarea imposible.