—¡Por favor, tienes que ayudarme! —rogó casi una mujer cuando salió apresurada de su oficina, luchando bajo el peso de una enorme pila de archivos. Sin embargo, su colega solo se estremeció, con las manos temblorosas mientras apretaba más el informe en el que había estado trabajando. Normalmente, alguien como ella, que se enorgullecía de un historial impecable, habría estado emocionada, incluso confiada, sobre las evaluaciones venideras. Pero hoy era diferente. Hoy estaba llena de temor.