Aiden había estado durmiendo tranquilamente. Años de disciplina y entrenamiento al estilo militar a manos de sus profesores 'especializados' le habían enseñado a dormir en cualquier lugar, en cualquier momento. Podía desconectar su mente y cuerpo a voluntad. Pero ese entrenamiento también le dejó un efecto secundario: una sensación de alerta que nunca se apagaba completamente.
Incluso dormido, podía sentir que alguien lo observaba, sus sentidos lo empujaban. Sus ojos se abrieron de golpe y, al momento siguiente, casi saltó cuando la vio: Serena, allí parada, mirándolo. A la tenue luz de la cabaña, con solo la lámpara de techo arrojando un débil resplandor, parecía... como un fantasma salido directamente de alguna película de terror. Vestida de blanco, la luz captaba su pálido atuendo de tal manera que parecía un espíritu de otro mundo...
Suspiró y tomó una respiración profunda, frotándose la mano en la cara mientras le preguntaba: