Por primera vez en mucho tiempo, Heimo despertó naturalmente y ni siquiera podía recordar la última vez que se había sentido así... tranquilo. Antes, solía despertar sobresaltado por el simple crujido de pequeños animales a su alrededor, o el débil sonido de una conversación a lo lejos, o sus propios miembros que se deslizaban sobre el suelo, o simplemente el sol que se colaba por el pliegue de sus párpados.
Recientemente, se despertaba sobresaltado por las extrañas imágenes en sus sueños; otra versión de él con un aspecto y una era diferentes que nunca había visto antes. A veces, estaba de luto. Otra, estaba viviendo una vida feliz. Y en cada uno de ellos, había alguien a su lado, aunque el sueño siempre se disipaba cada vez que despertaba. Lo que quedaba era una extraña sensación de anhelo y vacío que le dolía el corazón.