—¡Raphael! —Los guardias se pusieron firmes tan pronto como Lu Yizhou apareció detrás de los árboles, con el sonoliento Teodoro en sus brazos—. ¿Dónde han estado? Es muy peligroso por aquí, así que por favor no vaya a ningún lado con el Joven Maestro.
—Mis disculpas. El Joven Maestro se sentía un poco sofocado, así que solo estábamos paseando por la zona —puso su dedo índice sobre sus labios—. Tranquilícense. Él está durmiendo.
Los guardias asintieron y echaron un vistazo hacia Teodoro quien, incluso en su sueño, tenía sus brazos alrededor del cuello de Lu Yizhou, como si no fuera a soltarlo. Se sacudieron la cabeza interiormente. El Joven Maestro Teodoro ya tenía quince años pero aún así seguía siendo tan mimado con su sirviente —Entonces, descansen bien. Mañana continuaremos nuestro viaje.
—¿Alguien está herido? —preguntó Lu Yizhou.