—Gracias por el aventón —Song Yan se bajó del coche con el paquete de comida para llevar, se volteó para mirar a Fu Yu Sheng en el asiento del conductor, sentado con una expresión hosca en su rostro. Frunció el labio y dijo con una risita—. No tienes que actuar como si te hubiera hecho pasar un mal rato, ¿verdad?
Giró su cara ligeramente hacia la derecha y suspiró—. Me dijiste que tenías hambre pero luego me trajiste a tres restaurantes antes de decidir que todo lo que querías era pulpo frito picante y alguna cerveza, ¿no crees que deberías haberme dicho eso antes?
—Lo habría hecho pero como dije, la mente de una mujer es compleja —se encogió de hombros Song Yan, colocando sus manos en la ventanilla del coche y asomando su cabeza hacia adentro—. Puedo querer pato laqueado de Pekín en un momento y mapo tofu al siguiente, no hay forma de que puedas entender lo que pasa por la mente de una mujer.