Tan rápido como le era posible la todopoderosa Raiden Shogun vuela hacia el templo, mientras ve como varios tanques, aeroplanos y barcos asediaban la isla a punto de disparar.
En medio de toda la artillería 3 seres se encuentran, alguien cual era imposible verle el rostro y la cabeza debido a su armadura, otro cual tenía cabellos azules con algunos instrumentos médicos en su ropa, y una mujer albina que porta un abrigo contemplaban el asedio.
—"Tsk, maldita seas Samara Keiki, eras en quien más confiaba y sin embargo mandaste esa confianza a la mierda. Si te encuentro te mataré." —Ei piensa para sus adentros a la vez que continua corriendo dejando una estela de aire violeta.
—¡Abran fuego! —Dijo aquel enmascarado cual con solo un grito, consigue que todo el ejercito dispare contra el santuario. Algunos proyectiles casi alcanzan a la divinidad cual es vista por los 3 a cargo —Hm, no creo que la Raiden Shogun este feliz después de esto, ¿es necesario este ataque Capitano?
—Tienes miedo Signora, no sabía que eso podría ser posible —Aquel que posee algunos frascos de laboratorio en sus ropas, esboza una pequeña sonrisa. El ser cubierto de atuendos negros solo mira en dirección a la diosa cual a pesar de ser veloz como para evadir los disparos, no lo es para llegar a tiempo —La alianza con la resistencia solo es una fachada para entrar a Inazuma, sin embargo si acabamos con el santuario debilitaremos a la shogun. Si tenemos suerte obtendremos la gnosis... Samara dejo a una inocente en fuego cruzado, una monja para atraer a Raiden. Me molesta el ganar de esta manera.
—Dottore... si no fueras mi superior te golpearía... Ya veo, aunque aun no confió del todo en esa Samara Keiki. Demasiado sonriente para mi gusto, en fin será mejor prepararse en caso de enfrentar a la arconte electro —De la palma izquierda de esta una pequeña llama aparece, y en la otra un cristal de hielo puro. El apodado como Doctor saca unas pistolas de sus bolsillos, mientras el enmascarado crea una espada usando su engaño de hielo —Hm, nuestro trabajo es acabar con el santuario, no con Ei o tendremos problemas con Celestia... Si hacéis alguna tontería nos retiramos.
Aun con el miedo en su cuerpo la shogun seguiría su camino a través de la noche oscura, esquivando balas y proyectiles, esta llega a la cima jadeante más al hacerlo el suelo comienza a temblar. La montaña no duraría más, y ella es consciente de ello.
Tan rápida como es capaz intenta agarrar el cuerpo de Yae Miko, a su alrededor las llamas danzan y los ruidos de impactos contra aquel monte son demasiado fuertes, como aquel infierno que experimento en ese entonces, cuando perdió a su hermana.
—¡Yae Miko! —Grita el nombre de la mujer que ahora yace inconsciente en el suelo, al tomarla en brazos intentaría transportarla a su residencia pero un misil esta a solo unos metros de impactar contra ellas —... N-no...
El fin esta delante de sus ojos, más antes de que fuesen solo polvo en medio de aquel caos las tres colas de la kitsune brillaron y ante la mirada de la diosa el tiempo se detiene como comienza a retroceder —Cogh, cogh... E-ei... s-sabía que... e-encárgate t-tu. —La divinidad tiene una sonrisa en su rostro mientras envía a su amiga a su residencia, entrando con esta cargada sobre sus brazos dejándola recostada sobre la arena, una coincidencia que Itto estuviese cerca acostado.
—Hm, eres rápida shogun, asombrosamente rápida... ¿Podrás derrotar al ejercito entero? —El oni le miraría con cierta sonrisa traviesa, más esta solo frunce el ceño al verle —No tengo nada que hablar contigo, escoria.
Tan rápido como dijo esto se marcharía, dejando a los dos solos. Los ojos de la fémina posándose sobre el cazarrecompensas —¿Crees que gane? La señora Ei parece agotada, nunca nadie la a visto así.
—Todo depende de... —Con esas palabras capta la atención de la Miko, que escucha atentamente a este —Todo depende de cuan de grande es su amor por esta nación, según eso se decidirá si ganará o perderá. El poder de un arconte proviene más de los objetos sagrados que pueden ser armas, objetos cotidianos o incluso seres vivos como árboles, ósea el árbol sagrado... pero también su gente, si creen en ella... No dudes, ella ganará —Itto esboza una pequeña sonrisa mientras mira el lugar por donde esta desapareció.
La shogun quien no solo es una diosa sino más bien un objeto de esperanza para su gente, quienes al enterarse del asedio rezan por su victoria, algunos soldados querían ir al fulgor de la batalla pero los líderes de los clanes se negaron a ordenes de proteger la capital.
Al llegar a la realidad una explosión la atrapa, para sus enemigos esta cayo con su santuario que era, es y será un símbolo de paz y poder cual solo la shogun brinda a su nación. El comienzo de una era bélica por quienes vieron este fatal acontecimiento es una verdad.
—Espera padre, pero si el santuario sigue de pie, incluso ese maldito cerezo con forma de zorro —La peli azabache replica, mientras mira hacia el techo ya recostada en el futón —Luego se explica, y no fue por arte de magia si piensas en eso. Ahora solo déjame continuar.
De la ceniza y el humo una figura se alza, los sonidos de pasos hacen eco a través del campo de batalla junto a la lluvia que volvió. Algunos soldados tiemblan al pensar en aquella posibilidad, mientras los comandantes de aquella operación se mantienen estoicos.
Parada allí esta La Shogun, totalmente desnuda con su katana agarrada por su mano derecha. Su cuerpo con quemaduras y sangre que finaliza en la tierra húmeda cual esta antes había pisado, sin nada como una simple mortal y con un arma divina, esta confronta a sus enemigos con la frente en alto.
—Hm, parece que no corremos con suerte. La diosa sigue de pie, jaja —Este se gana la atención de Signora que se mantiene indiferente —Entonces, ¿Porqué estas alegre idiota?
—Porque si conseguimos derrotarla podré experimentar con ella, jeje, ¿¡no es asom... —Su garganta es cortada por un tajo purpura, lo cual hace temblar a los demás e incluso hace sudar frío a la rubia —... C-capitano... ¿D-debemos retirarnos? N-no creo p-podamos contra ella.
—Tranquilízate, saldremos vivos de esta, por Tsaritza misma que lo juro. Y ese loco sigue vivo, el que viste morir solo fue uno de sus tantos clones —El enmascarado dice, para así con solo apuntar con su espada en contra de la divinidad algunos soldados atacasen mientras los otros se abstienen por el miedo. La Shogun solo mira a su alrededor mientras con su katana parte las balas a la mitad como los cuerpos humanos dejando un rastro de sangre a su paso —C-cogh, cogh... N-no me importa cuantos sean, igual caerán.
Las palabras de la arconte helaron la sangre de los presentes que se paralizaron, de los dos heraldos el primero en abalanzarse fue el alto cual realiza un tajo contra esta. Ambas armas chocan de forma que liberan chispas por cada encuentro, una danza de espadas admirada por los demás fatui cuales solo pueden ver conscientes de ser inútiles como para apoyar a sus líderes al sentirse abrumados por el aura y poder de la divinidad.
—"¿C-cómo es posible que pueda seguir luchando? No solo peleo contra el cazarrecompensas más fuerte de su nación, sino también a usado varias técnicas e incluso fue afectada por la erosión como lo hizo nuestra señora La Tsaritza... ¡Es un monstruo!" —La conocida bruja carmesí solo puede mirar el baile de espadas entre su superior y la arconte, que sin importar el estado de su cuerpo mantiene su velocidad y agilidad en combate. Con cada choque de ambos combatientes el polvo se levanta y ondas de viento son expulsadas alrededor de estos.
La tensión aumenta por cada segundo que transcurre, el sudor como la sangre y las gotas de lluvia caen al suelo desprendiéndose de la fémina que ataca sin importarle nada. Su atención completa en el rival delante suyo cual exhala al punto de su aliento cálido poder ser visto, sus movimientos más lentos se vuelven afectado por el cansancio realiza un salto hacia atrás en el último choque y por poco evita el segundo tajo a su abdomen de La Shogun.
Ya en el aire con una de sus manos agarra su estomago que sangra ligeramente, y desciende la otra tras alzarla en un movimiento rápido convocando varios cristales de hielo gigantes que atentan contra la peli violeta en solo unos instantes.
La mujer miraría directamente a los cristales, cuales se parten a la mitad antes de siquiera tocar su piel o cuerpo. Camina hacia delante seguida de las miradas de los cañones, tanques y soldados como de Signora, más la primera solo busca con la mirada a su oponente.
—¡Disparad a matar! —El grito del primero de los Fatui resuena en el campo de batalla, este se muestra arrodillado a unos metros lejos de la diosa. Por su aspecto parecía abrumado por la presencia imponente de esta como de su poder, tras la orden varias balas y disparos de tanques. Más esta con su velocidad de unas cuantas zancadas se acerca a uno como evade el disparo al inclinarse hacia la derecha, solo unos pocos de sus cabellos violeta afectados.
Las balas por si solas solo caen al suelo antes de siquiera poder tocar su piel, con un tajo corta el tanque a la mitad y todo a su paso —¡Agh! ¡¿De que puta mierda estas hecha Raiden Ei?! —Signora perdería la cordura y entra a la batalla, su látigo envolviéndose en la cintura de la mujer desnuda como tira de esta para acercarla y así con una fuerza letal asestar un derechazo, Ei expulsa sangre de su boca en resultado más se mantiene de pie y responde con un puñetazo al abdomen cual saca el aire de los pulmones de su atacante.
Mordiéndose los dientes la albina intenta devolver el golpe con un rodillazo, pero al ver los ojos vacíos y amenazantes de esta era como si su cuerpo no respondiese. A punto de ser cortada a la mitad separada de su cintura por la katana de La Shogun, más un pedazo de hielo se aproxima a Ei desde atrás forzándola a contraatacar para no salir herida, perdiendo de vista a la Heraldo Fatui.
—Danos la gnosis, y nos marchamos —Capitano hablaría con varios cristales de hielo que levitan detrás de este, su compañera arrodillada como paralizada por el miedo incapaz de alzar la mirada mientras vomita —M-mal... a-agh... superior, d-debemos irnos... N-no creo aguantar más.
—Deberías hacer caso a tu compañera, si es que no quieres morir —Raiden de un solo paso ya esta al lado izquierdo de su contrincante ambos miran hacia su propio frente —. Siempre peleo con el 25% de mi poder...
—Y-y el otro 75% —Signora se recupera mientras agarra su estomago, y limpia sus labios frotándose con su otra mano. Una sonrisa aparece en la cara de esta —Lo están viendo, la ira de un dios.
Al decir esto una gran energía aparece alrededor de la isla, cual fue capaz de sorprender como doblegar a sus enemigos. Nadie puede alzarse a mirarla por la presión en el ambiente, incluso algunos tiemblan o transpiran.
La sentencia ya había sido dada, más solo falta que sea pronunciada por la divinidad cual camina en dirección al enmascarado. Su mano derecha posándose sobre su cabeza o casco, y este no tiene el valor para mover siquiera un musculo.
—Solo tenéis 3 minutos para marcharos de aquí o moriréis —Su tono de voz no daba paso a alguna duda por parte de quienes escucharon sus palabras, los que pueden corren en busca de sobrevivir, otros simplemente se dejan caer sobre la tierra aceptando su muerte. Una neblina gélida cubre el lugar y así desaparecen los dos Heraldos Fatui, con solo una pisada de esta sobre la tierra el área brilla en un resplandor violeta, reduciéndose en cenizas todo combatiente enemigo —Hm, no será fácil reconstruir tal legado. Deberé pedir ayuda a Morax, el es bueno cuando de montañas se trata.
Parada allí en medio del desastre esta la arconte, cuya sangre se limpia de su cuerpo bello y termina en el suelo. Sus pechos al descubierto no parecía molestarle así como su coño cual parece una selva purpura al esta no seguir códigos estrictos de limpieza, su complexión es algo musculada debido al duro entrenamiento que tiene, y sus pezones erectos se encuentran debido al frío y emoción que sintió en medio del calor de la batalla. Algunas cicatrices sobre su piel blanca y tersa son visibles, estas representan cuan dura y fuerte es ella.
—¡Ayo Raiden Shogun, quiero una pelea contigo! —La voz le resulto familiar, al voltear se encontró con Samara Keiki, pero en un solo parpadeo puede ver a una demonio de piel blanca y cabellos rojizos, una camiseta negra ajustada que tiene escote de forma que muestra su canalillo, y unos pantalones negros algo holgados, sus zapatos oscuros sobre el lodo en muestra de que no le importa en lo más mínimo su ropa o aspecto —Primero dime quien eres, bestia del infierno.
—Tu también eres una de los míos, Beelzebul... Soy Kanya, la demonio de la fuerza, y deseo enfrentarte. Ayude a los Fatui para de esta forma disminuir tu poder, no soy alguien que juegue limpio sabes, aunque no sirvió de nada... sigues igual —Los ojos ámbar de la criatura se enfocan en el aura alrededor de Ei, con cierto interés signo de ello es su cola que se agita ligeramente en emoción.
Una demonio se hizo presente en medio del desastre, en busca de avivar la llama del caos que ya solo eran cenizas hechas por los impactos del rayo sobre la tierra sin causa.
Más la todopoderosa Raiden Shogun no muestra debilidad o miedo, solo indiferencia a la mujer que busca una batalla contra ella. Como si para esta fuese un simple insecto que duda si merece la pena.
—Kanya... Papa, ¿Porqué describiste demasiado la parte donde madre esta desnuda? Me excito pero es raro, ósea es mi madre maldita sea —La muchacha agita su cabeza mientras cierra los ojos con fuerza, asqueada de pensar eso de su madre. Mientras el albino solo ríe —Jajaja, o-oye no me mires a mi, así lo publico Yae.