Hugo miró hacia el otro lado del asiento trasero, inclinando la cabeza. Su expresión era tranquila mientras evaluaba la mirada neutra en el rostro de Zoren.
—¿Estás tan emocionado de volver a casa? —preguntó Hugo, provocando que Zoren lo mirara de vuelta.
Zoren parpadeó inocentemente, preguntándose si era tan obvio. Lo que él no sabía era que cualquiera que lo mirara no pensaría que estaba emocionado por volver a casa. Su expresión era estoica, pero Hugo parecía ver a través de él.
—Heh —rió Hugo con orgullo—. No es tan obvio, pero estás radiante. Normalmente, cuando vas a algún lugar, siempre te concentras en algo más. Pero ahora, estás mirando por la ventana, directamente hacia adelante.
La comisura de los labios de Zoren se curvó hacia arriba —No es de extrañar que hayas alcanzado tu rango a tan temprana edad.
—Soy tu segundo hermano —le recordó Hugo—. Aunque seas… mayor.