Penny y Zoren yacían sobre sus espaldas, mirando el techo mientras intentaban recuperar el aliento. Sus pechos se elevaban y caían pesadamente, sus bocas abiertas.
Penny no necesitaba recordar los eventos de la noche anterior porque acababa de experimentarlos de nuevo. La intensidad la dejó sin palabras. Anoche, se había quedado dormida temprano después de un largo y agotador día y una noche igualmente cansada. Pero esta mañana, todavía tenía energía de sobra.
Zoren giró su cabeza hacia un lado y sonrió antes de rodar sobre su costado para enfrentarla. Casualmente, pasó un brazo sobre ella.
—Te amo —murmuró, dejando un suave beso en su mejilla.
No fue el beso lo que hizo que Penny se sobresaltara, fue lo que él había dicho tan casualmente. Sus ojos se agrandaron, y se volvió hacia él, el shock evidente en su rostro.
—¿Hmm? —Sus cejas se elevaron, notando su extraña mirada.— ¿Quieres hacerlo de nuevo? Estoy listo.
—Renren, ¿qué acabas de decir?