Thorne vaciló, mirando a su alrededor el pasillo vacío antes de asentir. —Guía el camino —dijo, su voz teñida de incertidumbre.
Nyx se dio vuelta y caminó con sus pasos resonando suavemente contra el suelo de mármol pulido. Thorne la siguió de cerca, su corazón latiendo fuertemente en su pecho. Llegaron a un lugar aislado en el extremo más lejano del palacio. Nyx hizo un gesto para que Thorne entrara primero, y él obedeció, adentrándose en el espacio tenue iluminado. El aire era más fresco aquí, con el leve aroma de piedra antigua y un toque de algo dulce, como el jazmín.
Nyx se le unió, apoyándose casualmente contra uno de los pilares mientras observaba a Thorne con una sonrisa sabedora. —Fuiste muy audaz allá atrás, ¿sabes? —comenzó, su tono ligero pero con una burla subyacente. —No muchos se atreverían a pedirle a Aegis algo tan... personal.