Catalina no se había decidido aún sobre Rosa. Lo que necesitaba era hablar con Zayne para entender por qué se había casado tan apresuradamente.
—¿Cómo pasó de querer posponerlo a casarse y luego casarse mientras estaba en la guerra?
No era propio de él distraerse cuando tenía un deber que cumplir.
—Debes estar cansada —dijo Catalina mientras hacía que Rosa caminara por la finca—. Deberías estar descansando con él. El viaje para llegar aquí fue largo, así que está mal de mi parte mantenerte caminando conmigo. Esperaré a que Zayne despierte. Hay mucho por hacer —dijo, mirando las paredes.
—No necesito descansar todavía. No hice mucho en el viaje aquí. Estaría feliz de ayudarte si estás buscando decorar ya. Zayne dice que querré hacer que parezca que ahora vive una mujer aquí —dijo Rosa.
Catalina no pudo estar más de acuerdo. —Deberías. Añade un pequeño toque para hacerlo sentir como hogar.
—¿Eso significa que me aceptas? —preguntó Rosa, necesitando saber qué sentía Catalina.