—Espera aquí, Rosa.
Rosa se aferraba a la mano de Zayne, no queriendo que él fuera solo. —¿No debería acompañarte para mostrar mi rostro?
—Quiero asegurarme de que no nos espera una sorpresa porque hemos venido cuando no nos quiere. No iré lejos —prometió Zayne, esperando que Rosa lo soltara.
Rosa soltó su mano de mala gana y se quedó junto al carruaje mientras Zayne se dirigía a la puerta principal. Entendía por qué el señor estaría enfadado pero, antes de que pudieran hablar, ¿los atacaría?
Zayne entró por las puertas abiertas de par en par y de inmediato un retrato captó su atención. Era una mejor percepción de cómo podría lucir Rosa en el futuro. No había duda en la mente de Zayne de que Rosa finalmente estaba en casa.