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—No necesito...
—Quédate en el agua. Le prometimos al hombre con el que viniste que te dejaríamos como nueva. Vamos a tirar este vestido —dijo una voz.
Rosa se quedó sin palabras mientras un grupo de mujeres se reunía a su alrededor, quitándole el vestido que Janice había comprado y arreglado para ella. —Se podría lavar —dijo ella.
La risa llenó la habitación.
—Él dijo que te llamabas Rosa. No puedes entrar al negocio de la madame y pensar que ella te dejaría quedarte con ese vestido sucio. Tienes suerte de que te haya acogido a esta hora, pero alguien arrojó agua con excremento de animal, así que, ¿cómo no iba a hacerlo? Simplemente siéntate —dijo Charlotte, una de las mujeres que ayudaba a limpiar a Rosa.
Rosa estaba preocupada por el lugar donde Zayne la había llevado, ya que le recordaba a un burdel. Excepto que había vestidos, zapatos, sombreros y bolsos por todas partes. Un cuarto separado con una bañera y algo que le recordaba a Rosa flores.