Alejandro volvió al campamento justo antes de la hora de la cena. Después de preguntar en el burdel, estaba en el mismo sitio donde había empezado ya que nadie sabía a dónde había escapado Rosa. Si hubiera llegado un poco antes para encontrarla, entonces la habría visto antes de que desapareciera.
Alejandro se dirigió a un arroyo cercano para estar solo y lavarse. No podía irse mañana a buscarla ya que tenía que hablar con su comandante sobre una reunión con el rey. Rosa podría estar en cualquier lugar ahora mismo. Completamente sola sin nadie que la ayude.
Alejandro se agachó para sumergir su mano en el agua fría. Necesitaba la frialdad para despertarse.
—Ahí estás. Han sacado los barriles para que bebamos bien esta noche —dijo Matías, de mejor humor después del día que tuvo.