Mientras esas palabras salían de la boca de Avery, el corazón de Anastasia seguía acelerado.
—Todo este tiempo, mientras tú huías de aquellos cazadores, yo te estaba cazando —reveló Avery, sus ojos convirtiéndose en una luna creciente como si eso fuera algo digno de decir.
Las emociones de Anastasia chocaban violentamente—unas ganas de confrontar a Avery, de hacerle sentir el mismo dolor, mezcladas con una necesidad desesperada de preguntar por qué. ¿Por qué Avery la odiaba? ¿Qué había hecho Anastasia para merecer esto? Ella no había acudido a Avery por ayuda; Avery la había buscado, ofreciendo apoyo solo para traicionarla al final.
—Eres como todos ellos... ¡sin corazón!
Avery simplemente encogió los hombros ante las palabras de Anastasia como si no pudiera molestarse por ellas.
Entonces, de repente, Avery se acercó a Anastasia tan rápidamente que ahora estaba a solo dos pulgadas de ella.
Anastasia retrocedió por reflejo, preguntándose qué iba a hacer ahora la chica.