Angélica se sentó en silencio durante su viaje de regreso al lugar que ahora era su hogar. Estaba tensa y nerviosa por lo que sucedería una vez que llegaran. El Señor Rayven también estaba tenso, pero por otras razones que antes. No dejaba de mirar la carretera y parecía concentrado. Parecía estar más listo para luchar que para huir.
—¿Quién es Lucrezia? —preguntó Angélica.
Ella no creía en todo el asunto de la prima y desde que la mujer de ojos verdes se había marchado, había tensión entre los Señores. Se intercambiaban miradas sin decir nada.
El Señor Rayven se volvió hacia ella. —Es mejor que no lo sepas —dijo.
—¿Y los enemigos? ¿Estamos en algún tipo de peligro?
—Sí. Tengo muchos enemigos que quieren venganza.
El Señor Rayven, el feroz guerrero, estaba tenso por los enemigos. Ella adivinó que el enemigo debía ser muy poderoso para hacer que un hombre como Rayven estuviera tan tenso.