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—¿Mañana por la mañana? —No, no podía irse. No tenía a dónde ir. Cuando se volvió para pedirle que la dejara quedarse un poco más, él ya se había ido.
Simplemente había pasado por su lado. ¿Cuándo había llegado incluso a la cima? Se apresuró escaleras arriba para ver si podía alcanzarlo, pero no había rastro de él. Quizás era mejor así. Tenía hasta mañana por la mañana para pensar qué decirle para que la dejara quedarse.
Angélica regresó a la habitación donde había estado durmiendo y se acurrucó bajo las sábanas. ¿Cómo podría hacerle saber sobre su oferta? No era algo que pudiera decir fácilmente. No estaba en posición de negociar con él. Después de pensar durante mucho tiempo, no encontró una buena forma de decirlo. Solo tendría que decirle las cosas como eran.
Cerrando los ojos, intentó dormir la ansiedad que la hacía temblar.
—Todo estará bien —se dijo a sí misma.