El rostro de Adeline había perdido toda su sangre. Sentía temblar sus dedos mientras daba un paso atrás tembloroso. Llevando su mano a la boca, intentó dar sentido a la enormidad de sus palabras.
—Por tu bien —aclaró Elías, con una voz más baja. Se acercó a la escalera y subió, deteniéndose justo un peldaño debajo de ella. Agarró su mano solitaria y entrelazó sus dedos, acercándola más a él.
Adeline negaba con la cabeza e intentó soltarse, pero él rodeó su cintura con los brazos y la atrajo hacia él. La envolvió en un abrazo, sus labios presionados en el costado de su cabeza.
—¿Sabías que tu tío tenía a tu madre a su merced hace años?
Adeline se tensó. Era tal la controversia en esas palabras que su corazón se congeló. Él no iba a hablar de su linaje, ¿verdad? Le había hecho una prueba de paternidad, la cual decía que su tío no era su padre. Ahora que lo pensaba, siempre había tenido curiosidad sobre cómo Elías había obtenido el ADN de su tío.
Ahora, lo sabía.