Biham tenía un fuerte impulso de acompañar a Tania y conocer a Kinshra, pero entonces, ¿debería hacerlo? Empezó a caminar tras ella, pero se detuvo en seco. Él no era quien para robar el tiempo entre madre e hija. Si él acompañaba a Tania sin invitación, los momentos pronto se volverían muy incómodos. Observó a Tania alejarse mientras sus ojos ardían en la espalda.
Cuando Tania escuchó que él no venía, también se detuvo y miró hacia atrás. —¿Padre? —lo llamó—. ¿No vas a...?
Biham tomó una profunda respiración y le regaló una sonrisa tenue. —Luego... —dijo y luego se dio la vuelta para regresar a su habitación.
Tania empezó a seguirlo, pero Eltanin la detuvo. —No vayas, Tania. Es mejor si tienen tiempo 'a solas' cuando Kinshra esté lista.
El corazón de Tania se apretó con tristeza. Envió una pequeña oración al cielo para que su madre permitiera a su padre conocerla.