Mo Rao quiso llamar a la asistente de la tienda.
Sin embargo, Fu Ying la detuvo. Él era como una pared humana. Tenía una ventaja absoluta en altura y tamaño.
—Rao Rao, deja de hacer tonterías. Solo te estoy ayudando a probarte la ropa. Acabas de perder a tu hijo. No soy tan inhumano —Fu Ying se sentía extremadamente impotente.
En realidad, estaba un poco excitado. Cada vez que veía a Mo Rao, sentía que su mente se llenaba de pensamientos perversos.
Sin embargo, la condición de Mo Rao no le permitía tocarla ahora.
A lo sumo, podría... tocarla.
—No, no te creo —Mo Rao dio dos pasos hacia atrás, sus hermosos ojos de cierva llenos de vigilancia.
Era como si pareciera un ladrón.
Fu Ying se divirtió. Suspiró —¿No dijiste que me darías una última oportunidad? ¿Me estabas mintiendo?
Mo Rao se sorprendió. ¿Podría ser que su actuación fue mala y él la descubrió?