Fu Ying dejó lo que estaba haciendo y frunció el ceño ligeramente. —¿De verdad fuiste a trabajar a esa agencia de revistas?
Había adivinado que esto sucedería. Zhang Zhe era el editor jefe de la agencia de revistas, así que Mo Rao solo podía ir allí a trabajar.
El tono inquisitivo de Fu Ying hizo que el corazón de Mo Rao se sobresaltara. Ella lo miró a Fu Ying con terquedad. —¿Qué más? ¿Crees que mi trabajo te ha avergonzado?
—¿Crees que a eso me refiero? —Fu Ying no tenía ganas de comer. Dejó su tazón y palillos y preguntó fríamente.
—¿A qué más te refieres? ¿Me estás alabando? —Mo Rao se había vuelto mordaz y habló con aspereza.
¡Todo esto lo había provocado Fu Ying!
Fu Ying miró a Mo Rao, que era como un pequeño erizo con espinas por todo su cuerpo. El descontento en su corazón se intensificó. —¿No es suficiente la asignación que te he dado para vivir?
Si no era suficiente, ella simplemente debería decirlo. ¿Había necesidad de hacer ese trabajo manual?