—Ella es mi cuñada tercera y siempre ha sido hostil hacia mí. Si me uno al equipo de tratamiento, no será bueno para ella. Después de todo, ella tiene un rencor contra mí y no será bueno para su recuperación —dijo Huo Xiaoran calmadamente.
Li Zecheng y Li Ze'en estuvieron en silencio, pero sus expresiones mostraron desilusión.
Huo Xiaoran puso la mano en el hombro de Li Ze'en suavemente y dijo:
—No te preocupes, el Tío también es doctor. Es su deber salvar vidas. No va a usar su posición para vengarse. Si puedo ayudar, seré generoso.
Li Ze'en bajó la cabeza y dijo muy humildemente:
—Gracias, Tío.
Por alguna razón, ella era especialmente cuidadosa frente a Huo Xiaoran.
El doctor los llevó a la habitación. La Tercera Señora estaba casi como una momia, su cuerpo entero inmovilizado. No podía mover su cuello, solo sus ojos se movían ligeramente.
Cuando ella miró a sus hijos, las lágrimas corrían por su rostro.
Huo Xiaoran dijo: