—¡Ya estás divorciada de Song Ling! ¿Por qué sigues seduciéndolo? ¿Por qué? —Jiang Yue, mirando fijamente a Gu Dai, hervía de ira.
—No lo he hecho. Es tu ilusión —respondió Gu Dai con seriedad.
—Si no lo sedujiste, ¿cómo podría él enamorarse de ti? —preguntó Jiang Yue con voz llena de amenaza.
—Si no fuera por ti, me habría casado con Song Ling y me habría convertido en la señora Song, poseyendo la riqueza de la familia Song. ¡Pero por tu culpa, él se negó a casarse conmigo, a pesar de mis esfuerzos! —se burló Jiang Yue.
—Tu situación actual es en gran parte culpa tuya. Si no hubieras hecho... —respondió Gu Dai.
—¡No, no es mi culpa! ¡Todo es por tu culpa! —sacudió la cabeza vehementemente Jiang Yue.
Mientras Gu Dai conversaba con Jiang Yue, seguía trabajando en desatar sus ataduras.
Zhao Xuan, bajo la insistencia de Song Ling, conducía rápidamente.
—¡Conduce más rápido! —exigió Song Ling, todavía insatisfecho.