El tiempo pasó queramos o no y ahora es el dulce decimosexto año de mi vida. Aunque la vida no era realmente dulce, creía que estaba mejorando a la hora de lidiar con el acoso escolar o que estaba teniendo más suerte a la hora de evitarlo. Ser objeto de burlas e insultos era habitual en cualquier momento y lugar. Descubrir que mis pertenencias habían sido destruidas no me sorprendió. Tenía repuestos para casi todo. Me apunté a clases de defensa personal para hacer frente a los enfrentamientos físicos de alguna pandilla loca de chicas. Normalmente, lo mejor era correr y esconderse. Tenía muchos escondites favoritos en la escuela donde podía correr y esconderme. Las guías de estudio seguían llegando y me las arreglaba para mantenerme constantemente entre los diez primeros de la clase. Pero aún no sé quién me las envió.