—En el segundo en que la comida golpeó la cara de Damon, su cabeza retrocedió un poco y sus ojos se cerraron instintivamente. Cayó justo en medio de su mejilla, deslizándose un poco ya que el puré de papa estaba mezclado con un poco de mi saliva y una buena cantidad de salsa.
El silencio llenó la habitación, aparte de un siseo agudo que salió de mí. Observé mordiéndome el labio inferior mientras Damon lentamente se limpiaba la comida, sus cejas juntas fuertemente y sus labios se curvaron en una mueca de disgusto.
Cuando iba a buscar una servilleta, despejé mis vías respiratorias, tosiendo levemente un par de veces mientras mantenía mi mirada fija en él.
—Lo siento —murmuré—. Me tomaste desprevenido. Creo que te he oído mal, ¿qué dijiste de nuevo?
—Depende —dijo Damon con tono neutro—. ¿Vas a escupirme en la cara una segunda vez?
Me miró interrogante a la cucharada de puré de papas que ya había preparado y recogido, levantando una ceja. Rápidamente puse mi plato a un lado.