Los pensamientos de Matteo vagaban lejos de su profesionalismo. Lo que anhelaba era arrancar esas capas de ropa para revelar el seductor atractivo que yacía debajo.
Con pasos deliberados, casi tentadores, ella avanzaba hacia él. Como una marioneta respondiendo a un tirón invisible, Matteo se levantó de su asiento, sus ojos nunca dejando la visión encantadora ante él. Mientras cruzaba la extensión de su escritorio, sus palmas presionando contra su superficie para apoyarse, acortaba la distancia entre ellos. El aire parecía eléctrico de anticipación.
En un movimiento fluido, rodeó su cintura, atrayéndola contra su pecho. Sus labios se encontraron, un baile de pasión y anhelo, consumiendo todos los pensamientos excepto el momento compartido. Sus dedos encontraron su camino hacia su espalda, sus uñas se clavaban en la tela de su traje, una súplica silenciosa por liberación. Entendiendo su deseo no expresado, él cortó el beso, un suave aliento compartido quedando entre ellos.