—¿Te ha gustado? —preguntó Damien, su voz tensa. Beatriz sostuvo su mirada y tragó.
—Sí —respiró ella.
—¿Cómo se sintió? —preguntó él de nuevo.
—Fue increíble. Tener a cualquiera de ustedes entre mis piernas me hace sentir tan poderosa y especial. La sensación es lo mejor.
—Entonces no seas desagradecida —reprendió Damien.
—¿Qué le dices?
Beatriz se sonrojó. —Gracias.
Rhys se cernía sobre ella, su sonrisa característica en su cara.
—De nada, amor —dijo mientras la besaba.
Beatriz se ruborizó saboreándose en su boca.
Mientras se besaban, su mano se deslizaba por su muslo, agarrándolo firmemente mientras la otra mano se enredaba en su cabello, atrayéndola más hacia él. Su lengua salió para provocar sus labios y Beatriz gimió.
Su beso abrasador le prendió fuego, y la respiración de ambos se volvía más agitada.
Estaban completamente perdidos en la intensidad del momento, olvidándose por completo de Damien en la habitación.