Un fin de semana y en ese momento, todo para Fil se sentía... correcto. Por un momento, las cosas parecían magníficas. Sin dolor, sin sufrimiento, sin ira. Era sólo pura dicha y paz hasta el punto de que pensó en terminar con Vincente.
Sin venganza.
Solo seguir adelante y dejar que el karma haga su trabajo.
Dejar las cargas en el cielo y liberarse de los pecados que tiene que cometer.
Pero ay, después de ese fin de semana, justo cuando estaba reconsiderando sus opciones de vida, la vida le recordó lo frío que era este mundo. Y que si ella no actuaba, habría solo más gente como ella que sería explotada y victimizada por los llamados elites.
—Llegué aquí tan pronto como escuché lo que pasó —sentada al lado de la cama del hospital, Fil frunció el ceño profundamente—. ¿Cómo estás aguantando?