Cuando Mack y Nari entraron en la mansión, él fue recibido por la cara enfurecida de su padre en el sofá. No hacía falta que nadie le dijera lo encolerizado que estaba su padre y estaba seguro de que, si su padre hubiera podido, lo habría matado esa noche.
A medida que Mack avanzaba en la sala, sus ojos se abrieron de par en par. Su padre había destruido todo lo que poseían; los jarrones de flores, todas sus copas estaban hechas añicos en el suelo.
—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó a Nari, que intentaba encontrar su camino entre los pedazos de botellas rotas en el suelo.
—Padre —murmuró por lo bajo pero lo suficientemente alto para que él lo oyera.
Ella nunca había visto al hombre en ese estado antes. El Anciano Yong es conocido por ser un hombre tranquilo por naturaleza al igual que su hijo Mack. Verlo tan furioso antes había sido un choque para Nari.