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La cara de Zheng Qiang se volvió fría, intentando arrebatar su arma, pero Ren Feifan la esquivó.
Los dedos de Ren Feifan se tensaron, en un instante la pistola se convirtió en un montón de hierro, ¡que lanzó directamente a Zheng Qiang!
—¿Podemos hablar ahora de las cuotas de protección? —preguntó Ren Feifan.
Zheng Qiang miró el hierro arruinado en su mano, su mente golpeada por la sorpresa y la incredulidad.
¿Acaso este hombre pertenecería a ese otro mundo?
¿Cómo podría Elime permitirse contratar a una persona tan poderosa?
—¿Cómo deberíamos hablar? —la espalda de Zheng Qiang ya estaba empapada de sudor, era muy consciente de que su vida dependía meramente de los caprichos de ese hombre.
La disparidad entre el fuerte y el débil era tan vasta como un abismo, ¡tan enorme!
Siendo un débil, no tenía oportunidad de negarse.