Ren, Elena, Evie, Lorelai y Azazel entraron por las imponentes puertas y fueron recibidos por un silencio inquietante.
La incertidumbre flotaba en el aire mientras emprendían su misión, dejando esperanza con aquellos que habían dejado atrás en Alcance de Obsidiana.
El destino del Inframundo se tambaleaba al borde, el verdadero juicio esperaba dentro de los pasillos sombreados de la fortaleza del señor de la guerra.
Adentrándose más, el grupo notó la ausente presencia de guardias y soldados. El castillo resonaba con una quietud inquietante.
—No esperaba que estuviera tan vacío —comentó Elena.
—No es lo que te imaginarías para un castillo —agregó Evie.
Azazel colocó sus manos detrás de su cuello y explicó —Los siete señores de la guerra no dependen de soldados. Son los demonios y diablos más poderosos en el Inframundo desde mi ausencia.
Todo el mundo le lanzó miradas de reojo.