—N-No… Hah… no lo… muerdas… ¡Ngh! —Valerie agarró las sábanas de la cama mientras su dulce voz escapaba de sus seductores labios.
—Deja de succionar… ¿eres un bebé? Dije que… pares… ¡Mmm! No… Me siento… rara. S-Stop… no me… pellizques… ¡Hah! —El joven y hermoso cuerpo de la Princesa Dragón, que no tenía ninguna imperfección, brillaba con sudor mientras ella gritaba indefensa contra los besos despiadados que caían sobre su voluptuoso pecho.
—Incluso si dices que pare, ¿no es demasiado tarde para eso? —dijo el guapo Medio Elfo en tono burlón antes de mordisquear la firme y rosada punta que ansiaba su toque.
—¿P-Por qué estás haciendo esto? —preguntó Valerie al adolescente de cabello rojo que le estaba haciendo sentir cosas que nunca antes había sentido.