El equipo de Nueva York, liderado por Riley, se movía estratégicamente por el campo, manteniendo una formación compacta para protegerse mutuamente. Sabían que, a pesar de ser un equipo talentoso, necesitaban trabajar juntos y ser inteligentes en sus tácticas para enfrentarse a oponentes que poseían renombre y experiencia.
Los otros cinco equipos también se movían ágilmente, con las espadas en alto y la mirada enfocada en las pantallas del estadio.
Klaus sentía la adrenalina recorrer sus venas, listo para demostrar sus habilidades en medio del grandioso y desafiante escenario.
Aunque el campo era grande y bien diseñado, tenía el tamaño de un campo de fútbol, y para treinta personas eso no era mucho, así que pronto Klaus y los demás encontraron a sus primeros oponentes, el equipo de Dakota del Norte.