—Lo siento por interrumpir, pero ¿podemos hablar con cortesía y dejar a los chicos en paz? —preguntó Klaus, chasqueando los dedos.
Además, Klaus enfrentó a los matones con una expresión seria que transmitía determinación y coraje. Los matones, sorprendidos por la intrusión de Klaus, le lanzaron miradas amenazantes.
—¿Qué crees que estás haciendo, Klaus? ¿Piensas que puedes desafiarnos? —preguntó uno de los matones con una sonrisa insolente.
Por otro lado, Klaus no se echó atrás y mantuvo su posición. Sabía que sería una pelea dura, pero no podía permitir que los matones siguieran acosando a los chicos indefensos, y si fuera posible, quería el boleto dorado como recompensa por ayudarlos. Aun así, Klaus preferiría tratar de resolver esto a través del diálogo, así que alzó sus manos.