Al abordar el dirigible, Kaizen comenzó a sentir la ligera vibración de la máquina mientras se preparaba para despegar. La cabina de pasajeros era bastante espaciosa y acogedora, con cómodos asientos de cuero y grandes ventanas que ofrecían una vista panorámica del impresionante paisaje.
El capitán del dirigible salió de la cabina un momento para saludar a los pasajeros.
—¡Buenas noches, damas y caballeros! Bienvenidos a mi dirigible. Espero que disfruten del viaje y de la magnífica vista durante el camino, y espero que no sean como el maldito bárbaro que me cagó en el asiento de cuero!
Segundos después, con un ligero tirón, el dirigible comenzó a elevarse del suelo y ascender lentamente hacia la isla flotante.