Arteta había observado la rutina de Max durante 20 días y estaba extremadamente decepcionado del chico.
Max no entrenaba diariamente con los soldados, rara vez ejercitaba su cuerpo, nunca se molestaba en subir de nivel o practicar su repertorio de movimientos.
Lo único que parecía hacer era papeleo y quedarse dentro de su oficina todo el día mientras que Arteta comenzaba a dudar seriamente si un chico así podría alguna vez ser el héroe del campo de batalla.
Arteta había visto a muchos hombres excepcionales a lo largo de su vida y, aunque todos esos hombres tenían alguna cualidad única, todos eran extremadamente disciplinados y dedicados a perfeccionar su oficio.
Entrenaban como locos día y noche para estar a las alturas que aspiraban alcanzar, y aún cuando lograban esas alturas, continuaban entrenando más duro para picos aún más altos.
Sin embargo, Max no hacía nada de eso, lo que generaba nubes de duda en la mente de Arteta sobre la legitimidad de su estatus como héroe.