Max observó el partido entre Asiva y Sebastián en silencio, sus ojos estaban ligeramente húmedos y su ego se sentía un poco magullado.
—¿Me pregunto qué pensará mi hermano mayor de mí? —se preguntaba Max mientras cerraba sus puños con fuerza.
Para Max, lo más importante en el torneo era demostrarle a su hermano lo fuerte que se había vuelto. Solo quería hacerlo sentir orgulloso.
Max estaba contento por Sebastián, su amigo realmente merecía ganar, pero Max no podía resolver el nudo en su corazón que tal vez, tal vez si no hubiera cedido el control, él podría haberlo logrado.
A medida que Max veía a Asiva ganar fácilmente sobre Sebastián, su ánimo mejoraba considerablemente y su corazón se calentaba al verla brillar así en el gran escenario.
Mientras otros no sabían lo que Asiva pasaba en su día a día, Max sabía muy bien que sus luchas por mejorar no eran menores comparadas con las suyas.