Asher avanzó cautelosamente hacia la curva, la siniestra y turbia luz verde de la Perla de Vida guiando cada uno de sus pasos.
Al doblar la esquina, sus ojos se abrieron de sorpresa ante la vista que tenía delante.
El corazón del Kraken, la pieza central de esta enigmática cámara orgánica, era un órgano masivo y pulsante suspendido en una cavidad llena de líquido.
Era una prueba viva y respiratoria del colosal poder y vitalidad de la criatura, cuyas contracciones rítmicas resonaban a través del espacioso recinto. Venas y arterias se desprendían del corazón, extendiendo sus tentáculos a lo largo del cuerpo del Kraken, proporcionándole la sangre necesaria para mantener su dominio sobre las profundidades.
Y la Perla de Vida era un objeto de misteriosa belleza, emitiendo una encantadora luz verde turbia que parecía pulsar al ritmo del latido del Kraken.