—Oh Dios mío, Anong. ¿Te hicieron esto? —preguntó Asher con tono de sorpresa mientras caminaba hacia su cama.
Anong trató de abrir bien los ojos para ver más claro y reconoció que era su maestro, Arthit, quien antes había intentado cuidar de él, —M-Maestro…
—Sí, estoy aquí mismo. ¿Debo llamar a tu padre? —Asher sabía que Anong vivía con su padre, quien era conocido por ser bastante inútil.
—N-No… Por favor no… No quiero que me vea así…
—Ja… está bien, si eso es lo que quieres. Pero mira esto… esto no está bien. Pasará al menos una semana antes de que puedas caminar normalmente. ¿Y la próxima vez, qué pasa si pierdes la vida? Tienes que hacer algo al respecto. Mírame y dime que no deseas que esos cuatro paguen por lo que hicieron —Asher preguntó mientras miraba a sus ojos.