Lara sabía, como William, que el peligro no había terminado. Estaba dentro del corredor que conducía a la Ciudad Perdida, atrapado allí, incapaz de salir por ninguna puerta.
William intentó abrir todas las puertas aquí, sin saber cuál llevaba al lugar de Lara. Pero estaba dispuesto a correr el riesgo. Aparecer de la nada, incluso en medio de tierras hostiles, era algo que tomaría por sorpresa a sus enemigos.
Planeaba que durante la conmoción de su repentina aparición, se deslizaría y correría por su vida hacia el área de portal de Lara. Sin embargo, se sintió deprimido al descubrir que era incapaz de abrir ni una sola puerta.
Supuso que estas puertas debían ser abiertas por algo como una llave. Logró colarse aquí ya que había visto cómo lo hacían los comerciantes antes. Al quedar atrapado, tenía dos opciones: entrar en la Ciudad Perdida y esconderse allí, o pedir ayuda a Lara.