—¡Detente! —Olivia gritó con una voz temerosa y se despertó sobresaltada, su corazón latiendo aceleradamente y su respiración irregular mientras emergía de las garras de una de las pesadillas más aterradoras que jamás había experimentado. Su cuerpo estaba empapado en un sudor frío y todavía estaba temblando.
—Esta vez te llevó diez minutos liberarte, ¿eh? —De repente Olivia escuchó una voz fría y su rostro perdió todo su color. El temblor de su cuerpo se intensificó y se giró con una mirada llena de desesperación.
Cuando se giró, sus ojos llenos de desesperación se encontraron con los fríos ojos negros de Evan, quien estaba sentado en la cabeza de Albelu y la miraba con los mismos ojos gélidos.
—Veamos cuánto tiempo te lleva esta vez —dijo Evan y cinco uñas negras como el piche aparecieron en su mano.